15 septiembre 2009

Un ser sin nombre

De forma inesperada el ser llego una tarde a casa , yo estaba en el dormitorio y entre un mar de mujeres hablando le oí piar y seguir piando, pero continué con lo que estaba haciendo.

Una hora después, poco más o menos, termine lo que estaba haciendo y baje. Esperaba unos cuantos pollitos pero encontré algo diferente.

Un pato de pocos días.

Una prima nuestra lo acababa de traer, como regalo para mi sobrina.

Acostumbrado a vivir entre animales, los patos, sin embargo, me son desconocidos. Les tengo visto por supuesto, sobre todo en la infancia, hacer su vida en el río cercano, mas eso no es conocer un pato. Se necesita más.

Por primera vez en mi vida mire y realmente vi un pato. Es decir mire pero para saber que era lo que estaba mirando. Quise comprender.

No estaba preparado para lo que vi. Aún ahora no lo estoy de todo.

El pato, ese ser, esta vivo. Es consciente de sus necesidades y lucha por satisfacerlas y sin embargo es un ser pequeño e indefenso, fácil de aplastar y cuya vida no le pertenece. Depende del capricho ajeno. Busca ayuda, colaboración, clama por ella. Le observe de cerca y no se asusto, pero no le gusta que lo toque y pese a ello le encanta tenerme cerca. Sufre cuando nos pierde de vista. Y, a mi madre, por ello, le da pena. El pato la sigue a todas partes, a través de la huerta, se queda con ella, se le mete y queda entre los tobillos y solo entonces el ser sin nombre parece encontrar el hogar, la seguridad y cobijo en el mundo y ser feliz.

Ahora, en tan solo un mes ya ha crecido un montón, pero sigue siendo el mismo pato.

… Y, yo aún siento su mirada puesta en mi el primer día, la de un ser buscando un amigo en la vida.
Alguien con quien ser en la vida...

Su pupila de apariencia humana me hablaba de indefensión y yo me sentí reflejado en esos ojos suyos y conmigo a toda la humanidad. Me resultaba patente que ese ser deseaba vivir aún más que yo y que estaba luchando por encontrar su sitio en la vida de un modo que yo ya no sé hacer pues incluso con desesperación, de ser necesario, pero lucha y no sabe lo que es rendirse.

Es cierto que nuestro pato es un ignorante y que eso explica muchas cosas, pues los seres a los que les estaba pidiendo aceptación y refugio, aunque él lo ignore comen pato.

… Pero a este pato desde luego nadie se me lo va comer. Me ha hecho su amigo y es mi maestro.


3 comentarios:

Maybellene dijo...

Qué bonita historia.

Y qué buen detalle el de la foto y el texto que lo acompaña.

Saludos.

Andrea dijo...

Hola, me gustó la historia de tu pato, la indefensión en los animales es conmovedora. Gracias por tu comentario, me hizo muy bien leer el tuyo y todos los demás, estaba algo desanimada. Me alegra conocerte, a ti y a tu blog, te sigo, para conocerte mejor. Un abrazo.

Anónimo dijo...

¡Qué curioso!, hace ya bastantes años nos apareció por casa un pato, ya adulto, de no sabíamos dónde. Así que mi madre le acogió. Hasta llegamos a hacerle una pequeña piscina con ladrillos y cemento. Vivió con nosotros algunos años. Todo sucedió así, sin pensar, el pato apareció, mi madre le acogió (en su vida lleva acogidos a perros, gatos.., y hasta patos, ya ves, perdidos), como el pato era un pato y los patos agua quieren, le hicimos una pequeña piscina con ladrillos y cemento, vivió con nosotros unos años..., y llegamos a querer al pato desconocido... Hasta que un día, en un descuido, dejamos abierta la puerta de la valla que cercaba el huerto donde se encontraban él y las gallinas, entraron algunos zorros hambrientos y lo mataron junto con bastantes de sus compañeras de corral... Pero el tiempo que vivió vivió feliz y estuvo acogido, que era probablemente lo que aquel pato desconocido buscaba. Sé a lo que te refieres, la conciencia de los animales, al igual que la nuestra, también teme el dolor, busca refugio, y se encuentra bien o mal, con miedo o sin él, con dolor o sin él. Sobre esto, te aconsejo, si me lo permites, la novela de Michael Faber titulada "Bajo la piel", donde el escritor traza una fábula en la que los hombres son vistos como simple carne fresca por unos seres extraños que se autodenominan a sí mismos seres humanos. Porque así los vemos, y yo creo que hay algo brutal en verlos así.