La vida humana es la vida de un títere.
Somos esclavos de nuestras esperanzas.
Ellas son los hilos que mueven nuestras vidas.
Y, cuando esos hilos se rompen...
... Simplemente seguimos siendo la misma marioneta que siempre hemos sido; solo que ahora inerte, sola y olvidada.
Entera y aun así rota.
4 comentarios:
Jajaja.
Barbara, sospecho que la marioneta de la que me hablas y la marioneta de la que yo intentaba hablar no son la misma. Usamos esa palabra como metaforas diferentes.
En cuanto a mí, no tengo la menor idea lo qué somos; pero sí, nunca me ha gustado este mundo, lo confieso. Sin embargo, hay en él mundos inmensos de carne y hueso, por los que vivo. Parece mentira, pero sobre este pedazo de tierra poblado de rostros desérticos, hay también algunos rostros de carne y hueso. ¡A veces me cuesta creérmelo!
Cada uno de nosotros ha visto romperse demasiadas esperanzas. Las esperanzas rotas que más duelen son las de las personas a las que uno quiere. A uno no le parece la vida más sumamente injusta que entonces. Pero descubres que Dios no existe, y esto bueno, porque a partir de ahora extiendes tu mano a otro ser humano para que se afinque en ella: ¡y con esto descubres al único Dios real!
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