Ingreso en navidades para ser operado, no sé exactamente de que, el vientre aun no estaba cerrado del todo y tenia su cuerpo lleno de tubos ajenos.
A horas ya avanzadas de la noche me llamaron. Tenia que buscar una silla de ruedas y acudir con ella a su habitación. Me pareció raro, a esas horas de la noche los pacientes duermen, no se pasean por el hospital. Imagine que sería alguna urgencia.
Acudí con la silla a la habitación, allí había dos pacientes, dos camas, una señora, un señor, dos enfermeras, una auxiliar. Oí como decían a uno de los pacientes lo tenía que llevar a otra planta del hospital. Me quede sorprendido, esperaba un paciente que llevar a realizar alguna prueba urgente y en suficiente buen estado como para no tener que hacerlo en cama, por eso la silla, pero parecía tratarse de otra cosa.
Es habitual y normal que los pacientes cambien de habitación y hasta de planta del hospital. Pero siempre se hace igual, se le traslada en su cama y se le deja en ella en su nueva habitación y se lleva la cama que ahora sobra en la nueva habitación a la antigua. En cierto modo es un mero intercambio de camas. La auxiliar debió de verme la cara de asombro, me llevo hacía un rincón, me dijo: "ven que te explico" y me saco de la habitación.
Fuera, en el pasillo, en voz baja, me lo explico.
Sentamos al hombre, entre todos, en la silla y me lo lleve a una planta más arriba, a una habitación en la que había una cama vacía pero otra ocupada, y en la que, inconsciente, agonizaba su hija.
El hombre nada dijo y es que hay momentos en que las palabras no existen.
Una hora y media después murió la hija; al hombre lo sedamos.
Quizá algún día yo sepa expresar lo que ahora pienso; hoy no sé. No como necesita ser dicho.
1 comentario:
No necesita ser dicho, y, sin embargo, lo has dejado dicho. Sí, sobran las palabras, hay momentos en la vida en los que resultaría irrespetuoso silenciar el silencio.
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