21 julio 2010

Carta a una amiga

Una vez te dije "te admiro". Creo que no te lo esperabas.

Y, no es fácil que yo admire a alguien, en la vida creo que solo me ha pasado una vez. ¿Comprendes?

Por eso solo te lo he dicho a ti, no he tenido a nadie más.

Ahora te conozco mejor que entonces. Sé que clase de vida llevas, el como la llevas y que la hace de ese modo. Conozco defectos tuyos mejor que antes, un día si quieres podemos hablar de ellos. Pero nada ha cambiado, solo que sé más.

Y, no sé como decirte esto; pero espero que no te lo tomes a mal...

El amor no se mendiga. Se tiene o no, pero eso es todo. No se compra, no se vende. Uno a veces se lo encuentra, pero otras no y eso es de nuevo todo. Se le vive o se le da la espalda, se le acepta o no; Y, otra vez, de nuevo, eso es todo.

Todos queremos ser amados y casi todos tememos amar. Que alguien nos de su vida, que alguien nos la quite. El amor es una cosa rara de verdad. Rara por extraña, pues parece ir contra el instinto de supervivencia eso de que alguien, su bien y el bien que nos pueda hacer, nos sea más importante que nuestra propia vida. Pero rara, digo, también por infrecuente; lo primero que necesitamos para poder amar es tener coraje, una montaña de coraje, todo el Himalaya y más. Pero a tí coraje te sobra, lo sé, por eso te es tan fácil amar.

Y, tienes una necesidad muy grande de ser amada. Esa necesidad que tienen los que jamás han saboreado ser amados. Y, tanta pero tanta es que, se agarran al primer clavo ardiendo que les viene a la mano; todo con tal de no seguir viéndose atrapados en caída libre, en un abismo sin fondo, ni forma; que por no tener ni paredes tiene, comienzo ni fin.

Comprendo pues lo que ha pasado, si a eso le añadimos esa predisposición tuya a tirarte en paracaídas sin parar a mirar antes si lo llevas o no puesto. Todo en la existencia tiene sus causas y sus consecuencias; y, con demasiada frecuencia, para tomar una decisión solo miras las causas de lo que esta sucediendo y no sus consecuencias. No sé que te hace creer que eso es una virtud; de hecho eres la única persona que conozco que considera ese comportamiento virtuoso y una ventaja en la vida. Creo que confundes eso con coraje, pero no estoy seguro. El coraje es una forma de valentía y no es valiente aquel que por estar ciego camina directo a un abismo; ese solo es eso, un ciego. Y, ya sabes lo que dice el refrán, no hay peor ciego que aquel que no quiere ver o, como en este caso, no le parece que valga la pena pararse a mirar. Muy echada me eres "pa lante" mi niña. Tanto que olvidas fijarte que suelo pisas. Y, no me sorprende que vivas como vives y es que la mitad de nuestro destino lo escribe el mundo y la otra mitad nosotros mismos. O, mucho mejor dicho, acontece y sucede que ambos, mundo y nosotros, movemos a la vez la pluma con la que se escribe nuestro destino. Por eso, no vale la pena culpar al mundo de nuestra suerte; es mucho mejor tratar de comprenderle. Aprender a vivir en el mundo, es un arte alimentado de paciencia. Y, perdoname, pero temo que aun no has aprendido a vivir en el mundo en que nacimos.

¿Recuerdas?...

Decías que nos complementabamos bien. Formabamos buen equipo, cada uno aportando lo mejor que tenía; sensatez y coraje. Pero en la vida ordinaria yo no te puedo aportar sensatez, amiga, pues te tengo demasiado lejos. Necesito pues que me hagas un favor.

¿Queras?

Necesito que cada vez que recuerdes los momentos que pasamos juntos, la forma en la que nos conocimos, cada vez que me recuerdes y recuerdes mi nombre verdadero y te venga a la boca mi nombre falso, que cada una de esas veces en las que recuerdes que existo y los momentos que pasamos juntos y el equipo que formamos durante esos ...

Yo necesito que recuerdes lo que yo era, lo que soy, cuando formamos ese equipo. Estrategia, sensatez, serenidad. Perspectiva. Eso, lo que era, lo que soy; lo que necesitas. Ahora yo ya no estoy, no podemos formar equipo; las batallas y las guerras que vas luchar las libraras conmigo lejos, ya no te puedo cubrir las espaldas ni paliar un exceso de impetuosidad. Salvo si me recuerdas como lo que soy y era.

Recuerdame como necesito ser recordado, entonces sí que podre aun combatir a tu lado. Ayudarte.

Pero esa serenidad, esa toma de perspectiva global de lo que acontece para poder decidir, esa sensatez ya solo te la puedo prestar en el recuerdo. En el día a día que nos ha tocado vivir, ahora, la tendrás que poner por tí misma. Eso es lo que de verdad necesitas ahora.

¿Me comprendes? Necesito que lo hagas y lo apliques.

Ayudame en esto, por favor.

1 comentario:

Manuel dijo...

Y, por supuesto y "a pesar de los pesares" yo sigo dicendo lo mismo:
Yo te admiro.