15 julio 2010

A veces...

La gente ocurre que duele. Y, llevo una racha, en eso, que mejor no lo cuento.

Duele cuando necesitan ayuda y no tienes forma de prestársela.

Duele cuando la ayuda prestada era la equivocada y da igual lo que te costo prestársela. Simplemente no les sirve.

Duele cuando si les sirve, pero no la quieren y termina esa ayuda en el estercolero y hasta se ofenden por que osas equivocarte; cuando quizás sean ellos los equivocados.

Duele cuando la ayuda prestada, sin previo aviso, van y la usan contra alguien que la necesita aun más y que estimas también más.

Duele cuando luego te odian pues tu mera existencia, una vez prestada la ayuda, les recuerda que la necesitarón y su vanidad requiere venganza.

Duele cuando sienten que eres un tonto pero útil, pues saben que solo un tonto les ayudaría de ese modo y te desprecian por ello. En secreto, por supuesto, no fuera ser que te enteres y ofendas dejando entonces de ser útil.

Duele cuando la ayuda prestada es amarga de dar y aún más de recibir.

Duele cuando la ayuda que tanto cuesta prestar es al final usada para necesitar aun más ayuda.

Duele cuando el que te ha tomado por tonto va y entre risas se lo cuenta a otro y ese otro, aguantando la risa, viene corriendo a junta tuya en busca de su propia tajada; pues entonces sabes que no solo eres un tonto para aquel al que ayudaste sino que eres un tonto para el mundo.

Duele cuando has ayudado tanto que ya no puedes ayudar más. Y, aun más duele cuando entonces te lo reprochan.

Duele cuando ves que necesita ayuda pero quiere veneno y te odia por no dárselo, mientras escupe lo que le ofreces.

Duele cuando no acepta que decir la verdad es la mejor ayuda y la primera que debe llegar.

Duele cuando tras mil años anidándole sigue esperando que saques el puñal y a traición, por la espalda, le apuñales y si no tienes puñal es lo mismo que no por ello dejan sus ojos de vertelo.

Duele cuando...

Cuando pasan las mil cosas que suelen pasar y contra las que no hay nada que hacer.

Por todo ello la gente duele. Y, hoy, me esta doliendo mucha gente. Demasiada y tentado ando de encerrarme en el más profundo solipsismo; pues al fin y al cabo, también yo soy persona.

3 comentarios:

anx dijo...

Eres un gran tipo pero a quien no quiere ayuda es suficiente con estar ahí. La verdad nunca he ayudado a nadie pero la actitud del consejo escueto hablar para contrastar las posibles consecuencias me parece mejor, estrategia. Ya se verá, luego sin recibir...

Silenciado dijo...

A veces la gente se merece una patada y adios muy buenas. No te compliques la vida.

Anónimo dijo...

Quienes no piden aun cuando lo necesitan son los que más dan. Éstos jamás te defraudarán. Se quedan ahí, con su gran necesidad, y a su suerte, esperan poco o casi nada, y, sin embargo, lo dan todo. Son los raros, son los que los que piden a voz en grito, pero nunca para otros, suelen calificar casi de retrasados, de tontos. Es rara la bondad, sí, pero uno bueno vale para mí por miles, y por valer vale más que mi propia vida.