28 septiembre 2011

CON MIS PALABRAS

Mi pagina en Facebook es muy tranquila. Pueden pasar semanas sin que en ella suceda nada. Pero la noche pasada, en tan solo dos horas, en su muro aparecieron más comentarios que, los que ha tenido, en todo el resto del par de años que tiene de vida.

Los genero el vídeo que colgué en la entrada anterior.  

No me hacía ninguna falta colgar ese vídeo en Facebook, pero normalmente lo que dejo en el blog también lo pongo en el muro de Facebook y me pudo la inercia.

En cambio sí me hacía falta y mucha colgar ese vídeo en el blog.

Me hacía falta por una razón, el blog hace mucho que debió ser cerrado pues ya ha cumplido su función inicial; que era la de aprender a hacer un blog. Pero no lo he podido cerrar, por otra razón que me obligo a seguir manteniendolo abierto.

Ya sé que hay gente que considera que la vida es algo simple que debe ser vivida de un modo simple. Y, que tienen la suficiente suerte para que no sé le complique. Yo no soy una de esas personas.

Pero me parece que incluso esa gente puede comprender o debiera que la vida pese a todo no siempre es simple.

Yo no soy libre para decir a quien quiera lo que quiera. Envidio a la gente que tiene esa libertad, pero no me encuentro entre ellos.

A veces, con frecuencia, siento una inmensa necesidad de decir algo que no se me permite decir. Si pese a ello intento decir eso me expongo a que la persona a quien se lo quiero decir se sienta ofendida y reaccione violentamente, con una violencia quizá no física pero violencia al fin y al cabo y, que desde mi punto de vista, puede llegar a ser incluso peor a  la física.

La madre de un heroinómano puede entenderme. Los que consideren que la vida es simple, y simples debemos ser nosotros, no espero que puedan. Me dirán, en el mejor de los casos, que ante una persona que me coloca en esa situación "mi obligación" es no querer decirle nada. Despreocuparme, olvidarme y por supuesto callar.

Pero la vida no siempre es simple.

Por eso he aprendido a ver el blog como una forma de decir cosas que de otra forma no podría. Por eso, pese a que me duele el blog y me hiere, lo mantengo vivo.

Me duele y hiere tener que escribir estas palabras. Como se lo dolería a la madre de un heroinómano, que pese a no querer no le quedara otra que mantener vivo un blog, en el que ocasionalmente poder subir aquellas cosas que a ella le parecieran que le podrían ayudar al hijo pero que el hijo no le dejara decir, directamente, a él; cosas que ella subiría con la esperanza de que el hijo alguna vez se pasará por el blog, las pudiera ver, escuchar, leer; se fijara. Pero sin saber, nunca, si el hijo las lee o no, las oye o  no las ve.

Son solo cosas dejadas al viento, por si al viento se le quisiera escuchar y a sabiendas de que a uno mismo no.

En realidad, a poco que uno se esfuerce en ello, me parece que cualquiera que tenga un hijo me podría entender.

No me duele que se me diga, como se me dijo, que ese vídeo es "una puta mierda, un truño, una bazofia y una porquería" entre otras cosas. Eso me da igual. El vídeo habla del perdón de un modo que es útil para mis fines; habla de la amistad y habla de ser consecuente con los propios sentimientos en vez de  crear paranoyas por tonterías y de no dejar que el orgullo nos impida ser libres.

No es un vídeo que diga claramente lo que quiero decir. No ha sido enmarcado dentro de una historia que delate lo que busco transmitir, ni a quién, ni por que; por lo que me parece que no resulta invasivo para el orgullo de nadie. La persona para la cual lo dejé en el blog no puede saber que lo puse para ella, por lo tanto tiene un motivo menos para sentirse ofendida. Aunque lo vea, no se ofenderá. Puede incluso ver en el vídeo algo totalmente distinto a lo que quiero que vea; incluso opuesto. Pero lo que quiero que vea es parte real del vídeo y eso me ofrece una posibilidad, pequeñisima pero real, de que llegue a quién quiero que llegue. Eso es lo que me importa. 

No es la primera vez que lo hago; ni será la última.

Tampoco significa eso que lo haga siempre, necesariamente, por la misma persona. Ni que los motivos que me llevan a ello en cada ocasión sean exactamente los mismos.

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