17 julio 2012

Sueño en la noche

Cuando me llegue la muerte...

Quisiera, me gustaría, que me encontrara despierto, en una noche de verano como esta. Con el cielo nocturno plagado de estrellas. A la orilla del mar; allí sentado y con la espalda recostada contra una firme y buena roca, mirando de frente el mar, la mar.

Mirando de frente, sí, como me gusta mirar o intentar mirar la vida; mirar a los demás, los días, su ausencia, a mi mismo, al instante fugaz que pasa y no vuelve. Sí, me gustaría morir así, mirando de frente a la mar, una noche estrellada de verano.

Sentado, allí, sin necesidad de ir a parte alguna. Con una botella de vino tinto a mi derecha y una pipa en regazo y una bolsa llena de tabaco para esa pipa y un mechero en el bolsillo.

Me gustaría, entonces o me gustara si hay suerte, dar un sorbo a la botella, cargar de tabaco la pipa, tomar el mechero y entonces olvidar la botella, la pipa, el tabaco y el mechero, mientras el fresco de la noche acaricia mi piel y una brisa mis oídos y yo me entrego a la noche, a la muerte y al recuerdo de un sueño.

He soñado con ella desde niño pero jamás la conocí. Soñandola yo la he llegado a confundir con otras, en las que la he buscado sin encontrarla jamás. La mujer que yo siempre he soñado jamás la encontré o si la encontré no la he sabido reconocer, pero aun así la he seguido soñando y soñando y soñando.

Cuando me llegue la muerte me gustaría hundirme en ella con mi sueño vivo y libre pese a mirar de frente la mar y la vida y la muerte. Vivo y libre.







Y, aunque estén llamadas a no ser escuchadas, que mis últimas palabras sean:

"Muero, amada mía, como he vivido; soñandote"

...Y es que hasta el último instante, hasta el último aliento, hay un sueño que soñare. No sé vivir de otro modo, ni sabré morir de otra forma.

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